El sentido de lo que somos y hacemos.
El Instituto Emmanuel Mounier Argentina, Asociación Civil, (IEM-AR) se fundó en Córdoba, Argentina, en 2004, contando con el apoyo del Instituto Emmanuel Mounier España (1984) a través de su fundador, el Prof. Dr. Carlos Díaz, quien estuvo presente en el acto fundacional (Ver más detalles en el link “Historia del IEM Argentina”). También México y Paraguay cuentan con sedes autónomas del Instituto Emmanuel Mounier.
Gestado desde la impronta del personalismo comunitario que Emmanuel Mounier impulsara, el IEM es una organización socio-cultural que pretende ser ámbito de encuentro entre intelectuales, profesionales y trabajadores con un común deseo transformador: el de realizar una comunidad de adultos liberados del afán de posesión y tendentes a una sociedad personalista y comunitaria, por libre, ética, fraterna y profundamente espiritual.
El centro de nuestro pensamiento y acción es la persona humana, fin en sí misma, pero no encerrada solipsistamente, sino abierta al compromiso solidario con el otro y ordenada a la trascendencia. Para ello perseguimos, a la vez, la transformación de la interioridad humana y la de las estructuras que la conforman, a sabiendas de que, siguiendo las expresiones de Emmanuel Mounier, la revolución profunda de la persona será espiritual o no será, pero también será socioeconómica o no será.
Todo esto no sería viable sin una nueva cultura crítica que facilite la formación de las conciencias para resistir frente a los intentos de deshumanización y despersonalización que acechan de continuo en nuestro mundo globalizado. Nuestro momento histórico impone con urgencia, en primer lugar, discernir por dónde van las cosas, esto es, diagnosticar rigurosamente la realidad que se vive en todas sus aristas. Después, inevitablemente, poner la inteligencia al servicio de la causa del hombre para encontrar la fundamentación teórica y la ética que den sentido a la opción vital.
Durante los últimos veinte años, con autonomía y autofinanciación, el IEM-España ha mantenido una amplia actividad cultural y ha publicado más de cien obras: las Obras Completas de E. Mounier (Ed. Sígueme), Cuadernos de Formación, una colección de Clásicos del personalismo, la colecciónEsprit, la colección Sinergia y la colección Persona. Además, la revista Acontecimiento publicada trimestralmente, pretende situar a la persona ante las cuestiones candentes de su identidad, su vocación y su compromiso con los demás, frente a la inversión de valores del consumismo y el desorden establecido.
Por su parte, el IEM-Argentina suma a esta importante labor la colaboración de la Editorial Emmanuel Mounier Argentina cuyo propósito es la edición y distribución en Argentina del material bibliográfico necesario para difundir ampliamente las ideas del personalismo en la comunidad argentina. Durante el año 2005, la Editorial Emmanuel Mounier Argentina ha iniciado la Colección ‘En sabiduría’ y la Serie ‘Communitas’ con cuatro títulos en total. Obsta decir que la tarea editorial es sólo una parte de lo que hacemos, que se complementa y proyecta con las demás actividades de formación y extensión que organizamos, como se puede apreciar en el link ‘actividades del IEM-AR’.
Ahora, desde el 1º de abril del 2006, el Instituto Emmanuel Mounier Argentina incorpora a su labor editorial de difusión la creación de “Persona. Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario”, revista cuatrimestral de edición digital que reúne artículos de especialistas en pensamiento personalista de todas las latitudes - en especial españoles y latinoamericanos - así como otros cercanos a la preocupación por la persona y su inserción comunitaria que puedan aportar sus ideas al movimiento siempre abierto y dialógico del personalismo comunitario.
Los principios que nos rigen.
El personalismo comunitario sitúa a la PERSONA como valor fundamental. El sentido de la persona no puede fundamentarse en sí mismo, de manera abstracta, sino en su relación con otras personas y en general con el mundo que le rodea. Persona es relación.
La reivindicación de la persona como valor fundamental lleva a la crítica y a la lucha contra cualquier tipo de totalitarismo despersonalizante. Además, la consideración de la persona como ser relacional lleva a la superación de los impersonalismos radicales así como a todo tipo de reduccionismo ideológico, y a la búsqueda y desarrollo de toda iniciativa que promueva una acción comunitaria que albergue sujetos personales, no individuos acríticos masificados.
La larga historia de búsqueda de la autoconciencia humana ha venido gestando desde sus inicios la fundamentación del hombre como persona, partiendo de estos supuestos axiológicos y ontológicos a la vez: la persona como ser libre y racional, eminentemente digno, relacional y abierto a la trascendencia. Pero la afirmación absolutista de la libertad y la racionalidad ha llevado a numerosas confusiones y no menos males históricos, personales y comunitarios. Asimismo, la negación de estas instancias ha conducido a diversos reduccionismos al considerar - según los diferentes sistemas - que la persona está totalmente condicionada por su ser biológico, y/o por la historia, y/o por la sociedad, y/o por las estructuras inconscientes, etc. y en consecuencia ni es libre ni es persona. Agregado a ello, la consideración de la persona desde el individualismo existencialista ateo ha descubierto que la persona es un ser para la muerte, una pasión inútil, el infierno para los otros, etc.
Frente a este sinsentido en que cae y puede seguir cayendo la comprensión del ser humano, la historia del personalismo afirma radicalmente el valor de la persona, de su ser real y su ser posible, de su valor en sí y de su valor como tú, como alter ego. Como decía Mounier, no se trata de negar la modernidad sino de rehacerla sobre bases más sólidas, se trata de rehacer el Renacimiento, de descubrir las sendas de un nuevo humanismo a la altura de nuestro tiempo.
El IEM Argentina trabaja difundiendo estas ideas y colaborando en acciones de carácter social y cultural junto a otros grupos que esperan (mientras trabajan) un mundo justo por fraterno, en el que todas las personas puedan desarrollarse en plenitud.